El aprovechamiento de biomasa con fines energéticos tiene tantos años como el hombre mismo, tradicionalmente ha sido utilizada para cocinar y/o calefaccionar.  Las actuales necesidades energéticas y los avances tecnológicos nos posibilitan utilizarla en formas diferentes y con distintos grados de eficiencia. Tradicionalmente la madera ha sido la más utilizada aunque en nuestro medio disponemos de importantes cantidades de otras fuentes, como por ejemplo los pastizales naturales e implantados, rastrojos, efluentes agroindustriales, efluentes de producciones ganaderas intensificadas y la fase orgánica de los residuos urbanos. En estos últimos casos no solo disponemos de recursos potenciales para la producción de energía renovable sino que también contribuyen al tratamiento de efluentes y residuos sólidos urbanos (RSU) generando un valor agregado ambiental. Complementariamente al proceso utilizado se generan biofertilizantes que contribuyen al cierre del circuito de los nutrientes en los sistemas productivos.

Es importante destacar que para todos los casos de aprovechamiento de recursos naturales e implantados es necesario relevar y calcular en cada caso particular el flujo y balance de nutrientes, como el agua y CO2 (y otros GEI), para basar los proyectos y desarrollos sobre una plataforma de sustentabilidad ambiental, social y económica.

Dependiendo de las características del “insumo” y de la tecnología a utilizar, el aprovechamiento energético de la biomasa puede seguir dos grandes caminos:

  1. Combustión directa, gasificación o pirólisis.
  2. Bioquímicos: Fermentación, transesterificación y digestión anaeróbica para la producción de biogás.

Focalizando en la alternativa de producción de biogás (que normalmente contiene un 60% aprox. de metano) existen en nuestro medio escasos proyectos operativos y en construcción con diferentes niveles tecnológicos que han generado la plataforma para futuras replicaciones, adaptaciones y para el avance en el camino de la incorporación de nuevas tecnologías que se siguen desarrollando globalmente.

Entre los proyectos hay varios del tipo de lagunas anaeróbicas cubiertas sin calefacción y sin sistemas de agitación que mitigan generalmente los impactos ambientales de los proyectos productivos intensificados o de plantas industriales. El aprovechamiento del biogás en estos proyectos es fundamentalmente para el autoconsumo en diferentes formas, como por ejemplo, calefacción, generación eléctrica u otras formas de aprovechamiento térmico. Existen también proyectos de mayor sofisticación como del tipo UASB y otros para la interconexión y suministro a la red eléctrica.

Tratando de capitalizar las experiencias desarrolladas en otros países que lideran esta forma de tratamiento de efluentes y la producción de energía en forma renovable, vemos que en sus comienzos implementaron sistemas de baja eficiencia en la producción y captación de biogás, fundamentalmente a partir de efluentes y residuos agroindustriales, pero que luego fueron transitando el camino hacia la codigestión con cultivos energéticos.  La codigestión se integra en diferentes proporciones según las condiciones agroecológicas y del mercado.  En todos los casos existen y existieron fuertes incentivos como un marco de políticas apropiadas para el desarrollo de las energías renovables y la acción coordinada de las autoridades responsables de otorgar las licencias para la materialización de los proyectos.  Paralelamente es visible en dichos países un constante soporte para la investigación y el desarrollo tecnológico del sector que se ve traducido en la importante generación de nuevos puestos de trabajo, directos e indirectos.

La experiencia mundial indica que el desarrollo de estas iniciativas requiere de políticas claras y estables a lo largo del tiempo con incentivos, financiamiento apropiado y tarifas adecuadas que permitan el desarrollo de toda una nueva industria. Los impactos directos e indirectos son muy importantes, ya que contribuyen a la reducción de importaciones energéticas, la generación de puestos de trabajo, el desarrollo de nuevas capacidades, el suministro eléctrico y de biogás a zonas aisladas mientras que optimiza el uso de las redes de distribución existentes entre otras.

En nuestro país contamos con la posibilidad de generar biogás en grandes escalas, aprovechando efluentes agropecuarios, agroindustriales y otras variantes de biomasa. También contamos con la posibilidad de desarrollar esquemas adecuados para cada sistema productivo generando valor agregado en origen, un positivo impacto ambiental y contribuyendo a la producción nacional de recursos energéticos.

Actualmente nuestro país cuenta con unos 30 proyectos aproximadamente de variadas tecnologías, escalas, fuentes y destino de la energía. Considerando el gran potencial existente, podemos continuar en prácticamente “0” de aporte energético de estos sistemas alternativos a nuestra matriz energética, o participar fuertemente en la sustitución o complementación de la misma. Dependerá del trabajo conjunto en el ámbito público, privado y de la futura canalización de recursos, para que el sector del biogás pueda seguir consolidando sus bases y contribuyendo con la matriz bioenergética de nuestro país.

 

Referente Biogas: Ing. Julio Enrique Menéndez