La Cámara Argentina de Energías Renovables (CADER) elaboró un documento (descargar) que plantea la necesidad de establecer políticas de Estado que diversifiquen la matriz energética en el país, contribuyendo a la reducción de costos del sistema y creando empleo en las economías regionales.

A continuación presentamos un fragmento del documento, precisamente el capítulo vinculado a la promoción de la industria local de las energías limpias.

Promoción industrial local

La necesidad de incentivar el entramado productivo y trabajo local debe ir acompañado de un marco adecuado que genere condiciones no sólo regulatorias sino también de financiamiento e incentivos para que la industria local pueda crecer y competir con la internacional, generando un mayor número de trabajos locales e integrando buena parte de la cadena de valor localmente; manteniendo niveles de eficiencia necesarios para asegurar la competitividad de la propuesta local.

En las sucesivas rondas del programa licitatorio RENOVAR se ha incrementado la oferta del componente local, aunque la modalidad para certificarlo debe ser todavía refinada (debe ser más simple y ágil). Las principales barreras a remover para el desarrollo industrial local son el financiamiento y la previsión de mediano plazo para las inversiones productivas.

El Régimen de Fomento Nacional para el uso de Fuentes Renovables de Energía destinada a la Producción de Energía Eléctrica Ley N° 27.191 (“Ley 27.191”) establece una curva de cotas mínimas que finaliza en el año 2025. Las inversiones productivas necesitan plazos de certidumbre más largos, a fin de permitir su amortización, a cuyo fin se debe tener certidumbre más allá de ese año.

Deben identificarse los nichos donde la industria local puede competir y hacerlo de manera sostenida y con expectativas razonables de éxito. Es poco probable que, en algunos componentes de las cadenas de valor de cada tecnología, Argentina, que aún no han desarrollado tales componentes, tengan alguna opción para lograrlo.

En otros casos, con una adecuada política de desarrollo productivo que incorpore agregado de valor e incentivos acordes a cada caso, Argentina podría no sólo autoabastecerse de esos componentes sino exportarlos para el resto de la región, en condiciones eficientes y competitivas globalmente. Como en el caso de la industria automotriz actual, no estamos ni estaremos –en el futuro cercano- en condiciones de ser competitivos con integración vertical local, pero podemos aspirar a tener más del 50% de integración local, dependiendo de cada tecnología, en el mediano a largo plazo.

En el caso de establecer los incentivos propuestos (en ningún país emergente estas industrias florecen y crecen solas compitiendo con multinacionales que las superan fundamentalmente, en productividad y financiamiento), será indispensable controlar la correcta evolución de productividad e inversión de los actores implicados para evitar que los incentivos den lugar a escenarios de renta extraordinaria del empresariado, que no cumpla con su parte del compromiso.

Impacto en Economías regionales y empleo

La incorporación en plantas productoras de ER genera un importante flujo de inversiones y generación de puestos de trabajo aprovechando la vasta cantidad de locaciones agraciadas por recursos energéticos. Así, a la fecha, se pueden contabilizar proyectos en marcha en provincias tan diversas como Santa Cruz y Chubut, así como Jujuy, San Juan o Misiones. De acuerdo con un reciente estudio de la Subsecretaría de Energías Renovables, sólo por las licitaciones de RENOVAR y las centrales generadoras construidas para vender su producción bajo el mecanismo del Mercado a Término (“MATER”), los empleos directos creados serán superiores a los 17.500, en su mayor parte concentrados en la etapa de construcción.

Dicho número es incremental en la medida en que se considere aquellos generados en la cadena de valor del sector industrial asociado, en particular en proyectos de menor escala. En referencia a ello, gracias a la Ley de Generación Distribuida N° 27.424 (“Ley 27.424”) es factible la creación de una gran cantidad de puestos de trabajo a nivel de instalación domiciliaria.

Cabe aclarar que gran parte de estos puestos serán empleos técnicos generados en provincias del interior del país, que es donde se encuentran los mayores recursos energéticos. De este modo, el fomento a la generación distribuida podría redundar en la creación de nuevas empresas dinámicas que aprovechen la posibilidad de adopción de nuevas tecnologías y estimularán la movilización de inversiones o la diversificación productiva de su capacidad instalada actual.

El multiplicador del empleo difiere según la tecnología que se asuma, siendo más intensivo en aquellas relacionadas a la bioenergía y menor en la eólica. Sin embargo, es resaltable que en toda su gama el sector requiere de especialización y profesionalización técnica que conlleva la creación de empleos de calidad y en algunos casos de alto valor agregado en donde es necesaria la intervención del ecosistema de educación y ciencia y tecnología para continuar avanzando.

La relevancia de la industria en las economías regionales ha implicado la apertura de especializaciones y tecnicaturas en universidades nacionales y regionales, y comienza a configurarse como un nicho productivo alternativo a los tradicionales. Como se señaló más arriba, el sector reviste un carácter federal, en donde si bien en 22 de las 24 jurisdicciones existen proyectos adjudicados bajo las convocatorias nacionales del programa RENOVAR, en la totalidad de ellas existen desarrollos vinculados a la industria de renovables.

Las muestras incluyen desde experiencias piloto en universidades nacionales sobre pequeños generadores eólicos y torres de medición meteorológica, pasando por instalaciones de paneles y termo tanques solares residenciales e industriales, hasta grandes plantas de generación de todas las tecnologías. En todos los casos se han potenciado capacidades locales, inversiones y ha comenzado un sendero de aprendizaje con impactos positivos a nivel público y privado.

Las ER han demostrado en su corta trayectoria, capacidad de aglutinar las principales variables económicas que el país necesita para su desarrollo: inversión nacional y extranjera, agregado de valor tanto en el empleo como en las industrias proveedores asociadas, generación de puestos de trabajo, impactos positivos medioambientales y diversificación regional, entre otras.

La capacidad de apropiarnos de dichos aportes está signada por la previsibilidad que se le dé al sector para consolidar inversiones que aminoren el efecto inicial que tiene sobre la balanza comercial (vía importaciones); el acompañamiento del sistema CTI (ciencia, tecnología e innovación) para avanzar en la cadena de valor; el desarrollo de capacidades técnicas locales y la factibilidad de contar con un marco financiero que viabilice la continuidad de las instalaciones en todas sus escalas.

COMISIÓN DIRECTIVA

CADER